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LA NIÑA DE CUENCA: «LE SAVOIR-FAIRE

Si yo le preguntara, estimado lector, ¿qué hace La Niña de Cuenca?, usted, que nos conoce, seguramente me respondería, que hacemos vino, y no le culpo, es lo que se espera de una bodega. Llegados a este punto, le lanzo un reto, le animo a leer este artículo, y se lo vuelvo a preguntar.

Desde el momento en que decidimos nacer como bodega, una frase, que leí siendo un niño, en algún viejo libro, ha rondado en mi cabeza, y ahora entiendo que llevaba ahí todos estos años esperando un motivo para salir a la luz: “Le Savoir Faire”. Esta, es una expresión de origen francés y la podemos traducir literalmente por “el saber hacer”, pero solo cobra verdadero sentido cuando apelamos al ADN de quien la lleva a cabo. Por ello, entendida en su contexto, no se limita sólo al conocimiento de aprender el procedimiento práctico de algo y a la acción en sí; con el tiempo te das cuenta que lleva implícito otras características.

Cultivamos viñas viejas, de variedades autóctonas, heredados de nuestros antepasados, utilizamos técnicas respetuosas con el medio ambiente, trabajamos de manera artesanal, vendimiando a mano, seleccionando uva a uva, para que los racimos lleguen en las mejores condiciones, fermentamos y envejecemos nuestros vinos en tinajas de barro, guiados por los conocimientos de un pasado romano, en coherencia con el lugar, la tradición, la historia y el universo,  en una búsqueda constante de un estilo,  la esencia y la autenticidad, con el paso del tiempo como aliado, con la única aspiración, que cuando, abra una botella de nuestro vino, el primer sorbo le pellizque el alma.

«…para nosotros, hacer vino, ya no es suficiente…«

Conceptos como “la tradición”, donde las costumbres mantenidas de generación en generación, perduran con el paso de los años, “la excelencia”, como símbolo de calidad superior, “la singularidad”, como marca de distinción y “el respeto”, en un sentido amplio  y como forma de vida, dan sentido a lo que hacemos cada día.

Pero lo ocurrido durante el año 2020 y comienzos de este, nos han marcado a todos, y nos ha hecho mirar de nuevo a nuestros orígenes. Reflexión que nos hace pensar en la fragilidad del ser humano y la importancia de un legado a las generaciones venideras.

Por todo ello, para nosotros, hacer vino, ya no es suficiente, ni si quiera aún sabemos si es la causa o la consecuencia, si es la culminación de un objetivo o sólo la primera piedra de un camino por recorrer, porque cada poda, cada vendimia, cada botella, cada cata, están envueltos en una serie de valores, que hacen de nuestro oficio algo mágico.

Ahora, dígame estimado lector, ¿aún cree que sólo hacemos vino?

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