Si has paseado por un viñedo en los últimos días, habrás observado que han empezado a salir unas hojitas verdes, ¿sabes cómo se llama este fenómeno?
Es la brotación de la vid es un momento mágico en la naturaleza, el anuncio del despertar de la primavera y un preludio de la cosecha por venir. La planta, después de un descanso invernal, sale de su hibernación para crecer hacia el cielo, ansiosa por absorber los rayos del sol y beber el rocío de la mañana.
La brotación es un acto delicado, que requiere de una combinación perfecta de factores para que se produzca en su plenitud. La temperatura debe ser la adecuada, ni demasiado fría ni demasiado caliente, y la humedad debe ser suficiente para mantener la planta hidratada. Si todo está en equilibrio, las yemas comenzarán a hincharse y finalmente se abrirán, revelando los pequeños brotes que se convertirán en frondosos sarmientos y futuras uvas.
Pero a veces, la naturaleza es implacable y la sequía puede amenazar este fenómeno. El sol ardiente y las temperaturas de récord que estamos sufriendo esta primavera, pueden agotar la humedad del suelo y hacer que la planta sufra de sed. Entonces, la vid se defiende a sí misma, cerrando sus poros y disminuyendo la cantidad de agua que pierde a través de la transpiración. Esto, a su vez, puede afectar el crecimiento y desarrollo de la planta, haciendo que los sarmientos sean más cortos y desiguales, disminuyendo la cantidad de uvas futuras o en el peor de los casos, podemos observar pulgares donde las yemas no han brotado.
Pero incluso con sequía, la vid es una superviviente. Se aferra a la vida con todas sus fuerzas, extendiendo sus raíces hacia lo más profundo del suelo en busca de agua y nutrientes. En La Niña de Cuenca, llevamos a cabo una agricultura tradicional, en secano, trabajamos con viñedo viejo de variedades autóctonas, vides bien adaptadas, que buscan en las reservas de agua más profundas, para que un año más, disfrutemos de una añada marcada por la ausencia de precipitaciones y el calor primaveral.
Y aunque la sequía puede ser un obstáculo en el camino hacia la brotación, también puede ser una oportunidad. Las vides que brotan en periodos de sequía pueden producir uvas más concentradas y llenas de sabor, ya que la planta se concentra en la producción de frutos más pequeños y potentes. En estos casos, la calidad de la uva puede ser aún mejor que en años con una humedad abundante, donde a veces, la aparición de enfermedades pueden echar a perder la campaña.
La brotación de la vid es un proceso natural que está sujeto a las fluctuaciones de la naturaleza. Los viticultores sabemos que debemos estar preparados para enfrentar cualquier desafío que se nos presente, ya sea una sequía o una tormenta inesperada. Y aunque esto pueda representar una amenaza, también es una oportunidad para aprender, adaptarse y crear vinos únicos y extraordinarios.
Así que la próxima vez que veas una vid en primavera, tómate un momento para contemplar su belleza y su fuerza. Piensa en todo lo que ha pasado para que esa pequeña yema se convierta en una exuberante planta, y luego en una uva llena de sabor y aroma. Es un milagro de la naturaleza, una maravilla que se repite cada año y que nos regala el néctar de los dioses.
Pero incluso con sequía, la vid es una superviviente. Se aferra a la vida con todas sus fuerzas, extendiendo sus raíces hacia lo más profundo del suelo en busca de agua y nutrientes.